El argán da sus frutos entre mayo y junio. Éstos se parecen a la aceituna pero son más grandes y más redondos. Encierran una almendra muy dura que, a su vez, contiene hasta tres semillas de las que se extraerá el aceite. En la actualidad se recolectan los frutos por vareo y se ponen a secar al sol.
Toda la calidad del aceite de argán cosmético, en particular su olor, descansa sobre la trazabilidad de los frutos. Para conseguir un aceite inodoro, hay que seleccionar los frutos sin despulpar, porque las semillas vendidas a granel en los mercados pueden proceder de frutos que han sido previamente ingeridos por las cabras. Éstos proporcionan un aceite con un olor caprino característico, muy fuerte y casi fecal, llamado "aceite de cabra". De ahí que personas, poco o mal informadas, tengan la idea de que el inconveniente del aceite de argán sea su olor desagradable.
Cuando los frutos están secos, se retira la pulpa para extraer la almendra, descascarillarla con medios manuales y conseguir sus semillas. Éstas se tuestan, se muelen y se prensan para conseguir el aceite de argán alimentario. Esta torrefacción le confiere al aceite una fragancia característica a avellana y un color dorado ambarino.
Para elaborar el aceite cosmético, no se tuestan las semillas y se prensan en frío. De ahí que el aceite de argán cosmético tenga un color más neutro y carezca de olor.
El aceite de argán biológico puro es una verdadera joya para el cuidado de la cara, del pelo, de las uñas y del cuerpo. Es un aceite único, cuya eficacia, avalada por siglos de tradición, está siendo en la actualidad corroborada por la investigación científica.
El aceite de argán está compuesto hasta en un 80% de ácidos grasos esenciales, AGE: ácido oleico (45%), ácido linoleico o vitamina F (35 %), ácido alfa-linolénico (15 %), ácido gamma-linolénico (3 %), ácido araquidónico (1%); contiene grandes cantidades de tocoferoles o vitamina E (unos 700 mg/kg), casi tres veces más que el aceite de oliva por ejemplo, carotenoides de los que un 50% son betacarotenos, precursores de la vitamina A, fitoesteroles (D-7steroles) -que raramente se encuentran en los aceites vegetales- y esqualeno.
En la actualidad la presencia de estos esteroles en el aceite de argán ha suscitado el interés de médicos e investigadores, en particular, el escotenol (48%) y el espinasterol (44%). No se conoce, de momento, ningún otro aceite vegetal que presente tal concentración de esteroles distintos.
Por otra parte, el aceite de argán es rico en esqualeno (320 mg/litro), cuya concentración suele ser débil en el reino vegetal. Si lo comparamos con el aceite de oliva, de almendra o de colza, el aceite de argán tiene la más alta concentración de ácidos grasos esenciales y ácidos linoleicos en asociación natural. Los ácidos grasos insaturados esenciales, es decir aquellos que el organismo no puede sintetizar por sí solo y deben obtenerse de un aporte externo (dieta o cosméticos), son nutrientes vitales que están involucrados en procesos fisiológicos y bioquímicos relacionados con la regeneración de tejidos. Desarrollan, pues, un papel importante para atenuar las cicatrices, las arrugas y aportar a la piel tersura y suavidad.
Tiene un tenor de tocoferoles, como se ha dicho, mucho más elevado que el aceite de oliva (aceite de argán 620 mg/litro, aceite de oliva 320 mg/litro). Se creía hasta hace poco que los alfa-tocoferoles (75 mg/litro) eran la forma más activa de vitamina E. Sin embargo, estudios más recientes han puesto de manifiesto la importancia biológica del gamma-tocoferol, predominante en el aceite de argán (75%). El gamma-tocoferol es un antioxidante mucho más eficaz que el alfa-tocoferol. Esto explica sus buenos resultados en la lucha contra la oxidación y los radicales libres, causa directa de la falta de elasticidad de la piel y la consiguiente aparición de arrugas, estrías…. Por otra parte, al oxigenar la piel, el aceite de argán favorece la restauración de la capa hidrolipídica y de las células cutáneas cuyo tenor en nutrientes incrementa considerablemente. Los beneficios son elasticidad, suavidad y luminosidad de la piel.
En cuidado antiedad, el aceite de argán suaviza la piel, la hidrata y la protege de la sequedad.
El aceite de argán contrariamente al aceite de rosa mosqueta, por ejemplo, no es comedogénico, es decir que no obstruye los poros. Resulta recomendable por lo tanto incluso para las personas que tienen piel gras y/o acné con resultados muy favorables en la recuperación de marcas o cicatrices residuales de dicha patología, aunque en un primer tiempo y por pura lógica, uno se muestre reacio o dude de la conveniencia de aplicar un aceite en una piel de por sí grasa.
En el masaje corporal, nos permite unir el placer sensual del masaje con el beneficio de la vitamina E, aportando hidratación, nutrientes y suavidad a la piel después del baño o de la ducha. Se recomienda su uso en quemaduras solares e irritaciones cutáneas; el aceite aliviará la sensación de ardor, picor, quemazón y tirantez.
Por si todas esta aplicaciones fueran pocas, también se usa para uñas quebradizas o abiertas en capas. Las fortalece y protege de las agresiones externas. En tratamiento capilar, le dará brillo y resistencia al cabello seco, apagado y quebradizo. Eso se debe a su contenido en lupeol, que favorece la generación de queratinocitos, células que producen la queratina, principal componente de epidermis, uñas y cabello.
Tiene, para finalizar, una acción antiséptica, cicatrizante y fungicida.
Un buen aceite de argán cosmético carece de olor extraño o desagradable; no huele, ni a tostado ni a cabra. Como comentábamos anteriormente, es señal de que ha sido prensado en frío de semillas no tostadas. Los olfatos más sensibles pueden percibir un olor sutil que es el del fruto del argán.
El aceite de argán se caracteriza por un color natural dorado parecido al del aceite de albaricoque. Si no se microfiltra, puede ser un poco turbio (restos de pulpa), detalle estético que no afecta en nada a su calidad.
El aceite de argán se caracteriza por su capacidad de hidratación profunda. Contrariamente a otros aceites, no engrasa la piel. Una simple aplicación y un suave masaje circular consiguen su total penetración al cabo de un par de minutos. Un aceite de argán que engrasa es un aceite que ha sido adulterado y probablemente cortado con otro tipo de aceite, no forzosamente malo pero sí más barato.
Toda la calidad del aceite de argán cosmético, en particular su olor, descansa sobre la trazabilidad de los frutos. Para conseguir un aceite inodoro, hay que seleccionar los frutos sin despulpar, porque las semillas vendidas a granel en los mercados pueden proceder de frutos que han sido previamente ingeridos por las cabras. Éstos proporcionan un aceite con un olor caprino característico, muy fuerte y casi fecal, llamado "aceite de cabra". De ahí que personas, poco o mal informadas, tengan la idea de que el inconveniente del aceite de argán sea su olor desagradable.
Cuando los frutos están secos, se retira la pulpa para extraer la almendra, descascarillarla con medios manuales y conseguir sus semillas. Éstas se tuestan, se muelen y se prensan para conseguir el aceite de argán alimentario. Esta torrefacción le confiere al aceite una fragancia característica a avellana y un color dorado ambarino.
Para elaborar el aceite cosmético, no se tuestan las semillas y se prensan en frío. De ahí que el aceite de argán cosmético tenga un color más neutro y carezca de olor.
El aceite de argán biológico puro es una verdadera joya para el cuidado de la cara, del pelo, de las uñas y del cuerpo. Es un aceite único, cuya eficacia, avalada por siglos de tradición, está siendo en la actualidad corroborada por la investigación científica.
El aceite de argán está compuesto hasta en un 80% de ácidos grasos esenciales, AGE: ácido oleico (45%), ácido linoleico o vitamina F (35 %), ácido alfa-linolénico (15 %), ácido gamma-linolénico (3 %), ácido araquidónico (1%); contiene grandes cantidades de tocoferoles o vitamina E (unos 700 mg/kg), casi tres veces más que el aceite de oliva por ejemplo, carotenoides de los que un 50% son betacarotenos, precursores de la vitamina A, fitoesteroles (D-7steroles) -que raramente se encuentran en los aceites vegetales- y esqualeno.
En la actualidad la presencia de estos esteroles en el aceite de argán ha suscitado el interés de médicos e investigadores, en particular, el escotenol (48%) y el espinasterol (44%). No se conoce, de momento, ningún otro aceite vegetal que presente tal concentración de esteroles distintos.
Por otra parte, el aceite de argán es rico en esqualeno (320 mg/litro), cuya concentración suele ser débil en el reino vegetal. Si lo comparamos con el aceite de oliva, de almendra o de colza, el aceite de argán tiene la más alta concentración de ácidos grasos esenciales y ácidos linoleicos en asociación natural. Los ácidos grasos insaturados esenciales, es decir aquellos que el organismo no puede sintetizar por sí solo y deben obtenerse de un aporte externo (dieta o cosméticos), son nutrientes vitales que están involucrados en procesos fisiológicos y bioquímicos relacionados con la regeneración de tejidos. Desarrollan, pues, un papel importante para atenuar las cicatrices, las arrugas y aportar a la piel tersura y suavidad.
Tiene un tenor de tocoferoles, como se ha dicho, mucho más elevado que el aceite de oliva (aceite de argán 620 mg/litro, aceite de oliva 320 mg/litro). Se creía hasta hace poco que los alfa-tocoferoles (75 mg/litro) eran la forma más activa de vitamina E. Sin embargo, estudios más recientes han puesto de manifiesto la importancia biológica del gamma-tocoferol, predominante en el aceite de argán (75%). El gamma-tocoferol es un antioxidante mucho más eficaz que el alfa-tocoferol. Esto explica sus buenos resultados en la lucha contra la oxidación y los radicales libres, causa directa de la falta de elasticidad de la piel y la consiguiente aparición de arrugas, estrías…. Por otra parte, al oxigenar la piel, el aceite de argán favorece la restauración de la capa hidrolipídica y de las células cutáneas cuyo tenor en nutrientes incrementa considerablemente. Los beneficios son elasticidad, suavidad y luminosidad de la piel.
En cuidado antiedad, el aceite de argán suaviza la piel, la hidrata y la protege de la sequedad.
El aceite de argán contrariamente al aceite de rosa mosqueta, por ejemplo, no es comedogénico, es decir que no obstruye los poros. Resulta recomendable por lo tanto incluso para las personas que tienen piel gras y/o acné con resultados muy favorables en la recuperación de marcas o cicatrices residuales de dicha patología, aunque en un primer tiempo y por pura lógica, uno se muestre reacio o dude de la conveniencia de aplicar un aceite en una piel de por sí grasa.
En el masaje corporal, nos permite unir el placer sensual del masaje con el beneficio de la vitamina E, aportando hidratación, nutrientes y suavidad a la piel después del baño o de la ducha. Se recomienda su uso en quemaduras solares e irritaciones cutáneas; el aceite aliviará la sensación de ardor, picor, quemazón y tirantez.
Por si todas esta aplicaciones fueran pocas, también se usa para uñas quebradizas o abiertas en capas. Las fortalece y protege de las agresiones externas. En tratamiento capilar, le dará brillo y resistencia al cabello seco, apagado y quebradizo. Eso se debe a su contenido en lupeol, que favorece la generación de queratinocitos, células que producen la queratina, principal componente de epidermis, uñas y cabello.
Tiene, para finalizar, una acción antiséptica, cicatrizante y fungicida.
Un buen aceite de argán cosmético carece de olor extraño o desagradable; no huele, ni a tostado ni a cabra. Como comentábamos anteriormente, es señal de que ha sido prensado en frío de semillas no tostadas. Los olfatos más sensibles pueden percibir un olor sutil que es el del fruto del argán.
El aceite de argán se caracteriza por un color natural dorado parecido al del aceite de albaricoque. Si no se microfiltra, puede ser un poco turbio (restos de pulpa), detalle estético que no afecta en nada a su calidad.
El aceite de argán se caracteriza por su capacidad de hidratación profunda. Contrariamente a otros aceites, no engrasa la piel. Una simple aplicación y un suave masaje circular consiguen su total penetración al cabo de un par de minutos. Un aceite de argán que engrasa es un aceite que ha sido adulterado y probablemente cortado con otro tipo de aceite, no forzosamente malo pero sí más barato.





